Del Diario de Santa Faustina, 637
La confesión. Mientras me preparaba
a la confesión, dije a Jesús escondido en el Santísimo Sacramento: Jesús Te
pido, háblame por la boca de este sacerdote [235] y para mí la señal será ésta:
él, naturalmente, no sabe nada de que Tú, Jesús, exiges de mí esta fundación de
la misericordia; pues, que me diga algo sobre esta misericordia. Cuando me
acerqué al confesionario y empecé la confesión, el sacerdote me interrumpió la
confesión y empezó a hablarme de la gran misericordia de Dios con tanta fuerza
que nunca antes escuché hablar así, y me preguntó: ¿Sabes que la misericordia
del Señor está por encima de todas sus obras, que es la corona de sus obras?
Escucha atentamente aquellas palabras que el Señor me decía por la boca de
aquel sacerdote. Aunque creo que siempre en el confesionario Dios habla por la
boca del sacerdote, no obstante en aquel momento lo constaté de modo singular.
(93) A pesar de que no revelé nada de la vida de Dios que había en mi alma y me
acusé solamente de las faltas, no obstante aquel sacerdote me habló mucho de lo
que había en mi alma y me comprometió a la fidelidad a las inspiraciones de
Dios. Me dijo: Estás caminando por la vida con la Santísima Virgen que contestó
con fidelidad a cada inspiración de Dios. Oh Jesús mío, ¿quién logra comprender
Tu bondad?
Jesús en Ti confío