Del Diario de Santa Faustina, 629
Cuando entré un momento en la
capilla aquella misma noche, para agradecer a Dios por todas las gracias que me
había concedido en aquella casa, de repente me envolvió la presencia de Dios.
Me sentí como una niña en las manos del mejor Padre y oí estas palabras: No
tengas miedo de nada. Yo estoy siempre contigo. Su amor me penetró por
completo; sentí que entraba con Él en una intimidad tan estrecha que (870 no
tengo palabras para expresarla.
Jesús en Ti confío
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