30 de marzo de 2024

 Del Diario de Santa Faustina, 286

 

Una vez, cuando se hacia la adoración por nuestra patria, un dolor estrechó mi alma y empecé a orar de modo siguiente: Jesús Misericordiosísimo, Te pido por la intercesión de Tus Santos y, especialmente, por la intercesión de Tu Amadísima Madre, que Te crió desde la niñez, Te ruego bendigas a mi patria. Jesús, no mires nuestros pecados, sino las lágrimas de los niños pequeños, el hambre y el frío que sufren. Jesús, en nombre de estos inocentes, concédeme la gracia que Te pido para mi patria. En aquel instante vi. al Señor Jesús con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: *Ves, hija Mía, cuánta compasión les tengo; debes saber que son ellos los que sostienen el mundo.

 


 

 

29 de marzo de 2024

Del Diario de Santa Faustina, 1337

 

Cuando rezaba delante del Santísimo Sacramento venerando las cinco llagas de Jesús, mientras invocaba cada una de las llagas sentí que un torrente de gracia manaba a mi alma ofreciéndome el gusto anticipado del cielo y una confianza absoluta en la Divina Misericordia.

 


 

 

28 de marzo de 2024

Del Diario de Santa Faustina, 1038

 

Vi al Señor Jesús clavado en la cruz, entre grandes sufrimientos. Un silencioso gemido salía de su Corazón, un momento después dijo: "Deseo, deseo la salvación de las almas; ayúdame, hija Mía, a salvar las almas. Une tus sufrimientos a Mi Pasión y ofrécelos al Padre Celestial por los pecadores".

 


 

 

 

27 de marzo de 2024

Del Diario de Santa Faustina, 582

 

El interior de mi alma es como un mundo grande y magnífico en el que vivimos Dios y yo. Fuera de Dios nadie más tiene acceso a él. (...) Nadie puede entender lo que estoy viviendo en este magnífico palacio de mi alma donde estoy continuamente con mi Amadísimo.

 


 

 

 

 

26 de marzo de 2024

Del  Diario de Santa Faustina, 330

 

(..) la Santísima Madre y se acercó a mí. No dejaba de admirar su belleza. Oí algunas palabras que la Virgen le decía, pero no oí todo. Las palabras son éstas: Yo no soy no sólo la Reina del Cielo, sino también la Madre de la Misericordia y tu Madre. En ese momento extendió la mano derecha en la que tenía el manto y cubrió con el al sacerdote.