Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como
está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús
envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El
enfermo expiró sereno. Cuando volví en mi, comprendí la importancia que tiene
esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de
Dios."
Del Diario de Santa Faustina, 475 y 476
ORIGEN DE LA CORONILLA
Esta oración es un don especial de Dios para nuestros tiempos. Fue Jesús mismo
quien se la dictó a Sor Faustina en Vilna, entre los días 13 y 14 de septiembre
de 1935. El viernes 13 de septiembre, Sor Faustina se encontraba en su celda
cuando tuvo la visión de un ángel que venía a la tierra para castigar al mundo
por sus pecados. Cuando ella vio este signo de la ira divina, empezó a pedirle
al ángel que se abstuviera por algún tiempo de llevar a cabo sus propósitos,
asegurándole que el mundo haría penitencia. Sin embargo, cuando ella se halló
ante la majestad de la Santísima Trinidad, no se atrevió ya a repetir esta
súplica. No fue hasta que sintió el poder de la gracia de Jesús en su alma, que
comenzó a rezar con las palabras de una oración que iba oyendo interiormente.
Así lo dejó escrito en su Diario: Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel
que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecado.
Al día siguiente, al llegar a la capilla, el Señor Jesús nuevamente le enseñó a
recitar esta oración, que hoy llamamos la Coronilla de la Divina Misericordia:
Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un
rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y
el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre
nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas
del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten
misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces
estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
y del mundo entero.
Del Diario de Santa Faustina, 1271
Al darme cuenta de lo peligroso que es estar en la puerta en la actualidad y eso a causa de los disturbios revolucionarios y del odio que la gente mala tiene hacia los conventos, he ido a hablar con el Señor y le he pedido disponer que ninguna persona mala se atreva acercase a la puerta. Oí estas palabras: "Hija Mía, en el momento en que has ido a la puerta he puesto un Querubín encima de la puerta para que la vigile; permanece tranquila. Cuando volví tras la conversación que tuve con el Señor, vi una nubecita blanca y en ella a un Querubín con las manos juntas [como para orar], con la mirada como un relámpago; comprendí que el fuego del amor de Dios ardía en aquella mirada…