"A las almas que propagan Mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte nos seré para ellas, el Juez, sino el Salvador Misericordioso". Diario, 1075
Del Diario de Santa Faustina, 1525
En la oración no debemos obligar a Dios que nos dé lo que queremos nosotros, sino que, más bien, debemos someternos a su santa voluntad.
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