4 de septiembre de 2020

Del Diario de Santa Faustina, 632

 

Cuando me despedía de las hermanas y estaba ya por partir, una de las hermanas, me pidió mucho que la perdonara por haberme ayudado tan poco en mis deberes, y no solamente por no haberme ayudado en mis deberes, sino que por haber tratado siempre de hacérmelos difíciles. Sin embargo yo dentro de mí la consideraba mi gran bienhechora porque me había ejercitado en la paciencia. Me ejercitaba hasta tal punto que una de las hermanas de mayor edad se expresó así: Sor Faustina es estúpida o santa, porque, a decir verdad, una persona normal no soportaría que alguien le llevara siempre la contraria. Yo sin embargo (89) me acercaba siempre a ella con amabilidad. Aquella hermana se empeñaba tanto en hacerme difícil el cumplimento de mis deberes que, a pesar de mis esfuerzos, más de una vez consiguió estropear algo de lo que estaba bien hecho, como ella misma confesó en la despedida, pidiéndome mil disculpas. Sin querer analizar sus intenciones, tomé la cosa como una prueba de Dios…

 
Jesús en Ti confío
 
 
 



 

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