Del Diario de Santa Faustina, 632
Cuando me despedía de las hermanas y
estaba ya por partir, una de las hermanas, me pidió mucho que la perdonara por
haberme ayudado tan poco en mis deberes, y no solamente por no haberme ayudado
en mis deberes, sino que por haber tratado siempre de hacérmelos difíciles. Sin
embargo yo dentro de mí la consideraba mi gran bienhechora porque me había
ejercitado en la paciencia. Me ejercitaba hasta tal punto que una de las
hermanas de mayor edad se expresó así: Sor Faustina es estúpida o santa,
porque, a decir verdad, una persona normal no soportaría que alguien le llevara
siempre la contraria. Yo sin embargo (89) me acercaba siempre a ella con
amabilidad. Aquella hermana se empeñaba tanto en hacerme difícil el cumplimento
de mis deberes que, a pesar de mis esfuerzos, más de una vez consiguió
estropear algo de lo que estaba bien hecho, como ella misma confesó en la
despedida, pidiéndome mil disculpas. Sin querer analizar sus intenciones, tomé
la cosa como una prueba de Dios…
Jesús en Ti confío
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