Del Diario de Santa
Faustina, 286
Una vez, cuando se hacia la adoración por nuestra patria, un dolor
estrechó mi alma y empecé a orar de modo siguiente: Jesús Misericordiosísimo,
Te pido por la intercesión de Tus Santos y, especialmente, por la intercesión
de Tu Amadísima Madre, que Te crió desde la niñez, Te ruego bendigas a mi
patria. Jesús, no mires nuestros pecados, sino las lágrimas de los niños
pequeños, el hambre y el frío que sufren. Jesús, en nombre de estos inocentes,
concédeme la gracia que Te pido para mi patria. En aquel instante vi. al Señor
Jesús con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: Ves, hija Mía, cuánta
compasión les tengo; debes saber que son ellos los que sostienen el mundo.