Del Diario de Santa Faustina, 79
“Oh Maria, Madre y Señora mía. Te ofrezco mi alma y mi
cuerpo, mi vida y mi muerte y todo lo que vendrá después de ella. Pongo todo en
tus manos, oh mi Madre. Cubre mi alma con tu manto virginal y concédeme la
gracia de la pureza de corazón, alma y cuerpo. Con tu poder defiéndeme de todo
enemigo, especialmente de aquellos que esconden su malicia bajo una máscara de
virtud. Oh Espléndida Azucena, Tu eres mi espejo, oh mi Madre”.
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