Del Diario de Santa Faustina
24 dic 1937, «Cuando llegué a la misa de medianoche,
inmediatamente desde el principio me sumergí en una profunda meditación, en la
que vi la choza de Belén inundada de tanta luz. La Santísima Virgen envolvió a Jesús
en pañales, todos absortos en un gran amor. San José, en cambio, todavía
dormía. Solo cuando Nuestra Señora colocó a Jesús en el pesebre, la luz divina
despertó a José, quien se unió a ella en oración. Después de un rato me quedé
sola con el pequeño Jesús, quien extendió sus manitas hacia mí y comprendí que
tenía que tomarlo en mis brazos. Jesús puso Su cabeza sobre mi corazón y con
una mirada profunda me hizo entender que estaba bien al lado de mi corazón. En
ese momento Jesús desapareció y tocó el timbre de la Sagrada Comunión»
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