Diario de Santa Faustina, 125; 1
Hasta aquí se pudo soportar todo. Pero cuando el Señor me pidió que pintara esta imagen, entonces, de verdad, empezaron a hablar y a mirarme como a una histérica y una exaltada, y eso empezó a propagarse aún más. (…)
Diario de Santa Faustina, 123; 2
(…) Por muchas y muy justas razones entendí que la mujer no es llamada para discernir tales misterios. Me expuse a muchos sufrimientos inútiles. Durante mucho tiempo fui considerada como poseída por el espíritu maligno y me miraban con lástima, y la Superiora tomó precauciones respecto a mí. Llegaba a mis oídos que las hermanas me miraban como si yo fuera así. (…)
Diario de Santa Faustina, 117; 3
(...) Es un gran defecto de la vida religiosa y de la vida en general que, al ver a un alma en sufrimiento, siempre se tiene ganas de agregarle aún más. No hablo de todos, pero sí existen. Nos permitimos hacer juicios de todo tipo y hablamos allí donde muchas veces no deberíamos repetirlo.
Diario de Santa Faustina, 855
Termina el año. Mi espíritu penetró en los beneficios con los cuales Dios me colmó durante todo el año. Mi alma tembló a la vista de la inmensidad de las gracias del Señor. De mi alma brotó el himno de agradecimiento a Dios. Durante una hora entera me sumergí en la adoración y en el agradecimiento, considerando cada beneficio de Dios y también mis pequeñas imperfecciones. Todo lo que este año encerró en sí, se fue al abismo de la eternidad. Nada se pierde, me alegro de que nada se pierda.