Diario de Santa Faustina, 123; 2
(…) Por muchas y muy justas razones entendí que la mujer no es llamada para discernir tales misterios. Me expuse a muchos sufrimientos inútiles. Durante mucho tiempo fui considerada como poseída por el espíritu maligno y me miraban con lástima, y la Superiora tomó precauciones respecto a mí. Llegaba a mis oídos que las hermanas me miraban como si yo fuera así. (…)
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