Diario de Santa Faustina, 855
Termina el año. Mi espíritu penetró en los beneficios con los cuales Dios me colmó durante todo el año. Mi alma tembló a la vista de la inmensidad de las gracias del Señor. De mi alma brotó el himno de agradecimiento a Dios. Durante una hora entera me sumergí en la adoración y en el agradecimiento, considerando cada beneficio de Dios y también mis pequeñas imperfecciones. Todo lo que este año encerró en sí, se fue al abismo de la eternidad. Nada se pierde, me alegro de que nada se pierda.
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