12 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina, 116; 2

 

(…) Más de una vez mi alma gritó hacia Dios, como un niño pequeño grita con todas sus fuerzas cuando la madre tapa su rostro y él no la puede reconocer. Oh Jesús mío, por esas pruebas de amor, sea gloria y honor a Ti. Tu misericordia es grande e inconcebible. Oh Señor, todos Tus proyectos respecto a mi alma están llenos de Tu misericordia.


 

11 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina,  117; 2

 

 (...) Si las hermanas o las Superioras supieran o sospecharan que el alma dada está soportando esas pruebas y a pesar de eso, por su parte le agregaran sufrimientos, pecarían mortalmente y Dios Mismo pediría por esta alma. No hablo aquí de los casos que por su naturaleza son pecados, sino que hablo de algo que en otro momento no sería pecado. Tengamos cuidado de tener a aquellas almas sobre nuestra conciencia.

 


 

 

10 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina, 870

 

Hoy, durante la Santa Misa me he sumergido inconscientemente en la Majestad infinita de Dios. Toda la inmensidad del amor de Dios inundaba mi alma; en aquel momento he conocido cuánto Dios se ha humillado por mí, este Señor de los señores. ¿Y qué soy yo, miserable, que Te relaciones así conmigo? El asombro me ha invadido después de aquella gracia particular. Aprovechando la confianza en la que Dios me admite, le he rogado por el mundo entero. En tales momentos me parece que el mundo entero depende de mí.

 


 

9 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina, 117; 1

 

 Recordaré aquí que los que conviven con tal persona no deben agregar sufrimientos exteriores, ya que de verdad cuando el alma tiene el cáliz lleno hasta el borde, a veces justamente esa gota que nosotros agregamos a su cáliz será aquella que sobra y rebosará el cáliz de la amargura. ¿Y quién responde por aquella alma? Guardémonos de agregar sufrimientos a los demás, porque eso no agrada al Señor. (…)

 


8 de diciembre de 2021

Diario de Santa Faustina 116; 1

 

 Oh Jesús mío, Tú sabes lo que experimenta mi alma al recordar aquellos tormentos. Más de una vez me he extrañado que los ángeles y los santos queden silenciosos cuando un alma soporta semejantes sufrimientos. Sin embargo ellos nos aman muy especialmente en tales momentos. (…)