Diario de Santa Faustina, 117; 1
Recordaré aquí que los que conviven con tal persona no deben agregar sufrimientos exteriores, ya que de verdad cuando el alma tiene el cáliz lleno hasta el borde, a veces justamente esa gota que nosotros agregamos a su cáliz será aquella que sobra y rebosará el cáliz de la amargura. ¿Y quién responde por aquella alma? Guardémonos de agregar sufrimientos a los demás, porque eso no agrada al Señor. (…)
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