Diario de Santa Faustina, 145; 4
(…) Muchas veces Jesús me da a conocer lo que no le agrada en mi alma, y más de una vez me amonestó por cosas que parecían insignificantes, pero que en realidad tenían gran importancia. Me amonestaba y adiestraba como un Maestro. Durante muchos años me educó Él Mismo, hasta el momento en que me dio un director espiritual. (…)