Diario de Santa Faustina, 126;1
Sin embargo decidí soportar todo en silencio y no dar explicaciones a las preguntas que me hacían. A algunas les irritaba mi silencio, especialmente a las más curiosas. Otras, las de pensamiento más profundo, decían que seguramente Sor Faustina estaría muy cerca de Dios, visto que tenía la fuerza de soportar tantos sufrimientos. Y veía delante de mí como dos grupos de jueces. (…)