Diario de Santa Faustina, 191
Una mañana oí en el alma estas palabras: "Ve a la Madre General y dile que tal cosa, en tal casa no Me agrada". No puedo decir qué cosa ni en qué casa, pero a la Madre General se lo dije, aunque me costó muchísimo.
Diario de Santa Faustina, 190; 4
(...) De repente sonó la campanilla para el almuerzo. Salí de la capilla temblorosa e indecisa. Sin embargo aquel sacrificio estaba continuamente delante de mí, porque ni había decidido aceptarlo ni tampoco había dicho no al Señor. Quería someterme a su voluntad. Si Jesús Mismo me la asignaba, estaba preparada. (...)
Diario de Santa Faustina, 190;6
(...) En aquel momento contesté: "Jesús, acepto todo, cualquier cosa que quieras mandarme; confío en Tu bondad". En un instante sentí que con este acto rendí un gran honor a Dios. Pero me armé de paciencia. Al salir de la capilla, me enfrenté en seguida con la realidad. No quiero describirlo con detalles, pero hubo tanto cuanto pude soportar, no hubiera podido soportar ni una gota más.
Diario de Santa Faustina, 190; 2
(...) No obstante, Jesús me dio a conocer lo que debía sufrir y en un solo momento se presentó y pasó delante de los ojos de mi alma todo el martirio. Primero, mis intenciones no serían reconocidas, varias sospechas y desconfianzas, toda clase de humillaciones y contrariedades, no las enumero todas. (...)
Diario de Santa Faustina, 190; 1
Durante la adoración el Señor me pidió que me ofreciera a Él como víctima por un sufrimiento que serviría de reparación en la causa de Dios y no solamente en general por los pecados del mundo, sino en particular por las faltas cometidas en esta casa. Dije en seguida que sí, que estaba dispuesta. (...)