Del Diario de Santa Faustina, 39
Un día Jesús me dijo: que castigaría a una ciudad, a la más bella de
nuestra Patria. Este castigo tendría que ser así, como castigó Dios a Sodoma y
Gomorra. He visto la gran ira de Dios el temblor me ha llenado atravesando mo
corazón. En silencio he orado. Después de un rato, Jesús me dijo: «Niña mía,
únete estrictamente durante la Misa conmigo y ofrece al padre celestial la
Sangre y Heridas Mías, para desagraviar los pecados de esta ciudad. Repítelo
sin parar durante toda la Santa Misa. Hazlo por siete días». Al séptimo día, vi
a Jesús en una nube blanca y principié a pedir que Jesús vea a esta ciudad y
patria eterna. Jesús miró amablemente. Cuando noté la amabilidad de Jesús,
dijo: «por ti bendigo a toda la patria». E hizo gran señal de la Cruz sobre nuestra
Patria. Mi alma se llenó de inmensa alegría, viendo la benevolencia de Dios.
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