Del Diario de Santa
Faustina, 295
+ En ese momento Jesús me preguntó: Niña Mía, ¿cómo van tus
ejercicios espirituales? Contesté: Jesús, Tu bien sabes como me van. Si, lo sé,
pero quiero oírlo [de] tu boca y [de] tu corazón. Oh mi Maestro, cuando Tu me
guías todo me va con facilidad y Te ruego, Señor, no Te alejes nunca de mi. Y
me dijo Jesús: Sí, estaré siempre junto a ti si eres siempre una niña pequeña y
no tengas miedo de nada; como he sido aquí tu principio, así seré también tu
fin. No cuentes con ninguna criatura, ni siquiera en la cosa más pequeña, ya
que esto no Me agrada. Yo quiero estar en tu alma solo. Fortificaré tu alma y
te daré luz, y conocerás por la boca de Mi sustituto que Yo estoy en ti, y la
inquietud se desvanecerá como una niebla ante los rayos del sol.