Del Diario de Santa Faustina, 777
“Hoy, en espíritu,
estuve en el Cielo y vi estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos
espera después de la muerte. Vi cómo todas las criaturas dan incesantemente
honor y gloria a Dios; vi lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama
sobre todas las criaturas, haciéndolas felices; y todo honor y gloria que las
hizo felices vuelve a la Fuente y ellas entran en la profundidad de Dios,
contemplan la Vida interior de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que nunca
entenderán ni penetrarán.
Esta fuente de felicidad es invariable en su esencia, pero
siempre nueva, brotando para hacer felices a todas las criaturas. Ahora
comprendo a San Pablo que dijo: `Ni el ojo vio, ni oído oyó, ni entró al
corazón del hombre, lo que Dios preparó para los que le aman”.
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