Del Diario de Santa Faustina, 860
Hay momentos en la vida cuando el alma encuentra alivio solamente en una profunda plegaria. Ojalá las almas puedan perseverar en la oración en aquellos momentos. Esto es muy importante.
Del Diario de Santa Faustina, 1565
"Cuando entré por un momento en la capilla, el Señor me dijo:
Hija Mía, ayúdame a salvar a un pecador agonizante; reza por él esta coronilla
que te he enseñado. Al empezar a rezar la coronilla, vi a aquel moribundo entre
terribles tormentos y luchas. El Ángel Custodio lo defendía, pero era como
impotente ante la gran miseria de aquella alma; una multitud de demonios estaba
esperando aquella alma.
Mientras rezaba la coronilla, vi a Jesús tal y como
está pintado en la imagen. Los rayos que salieron del Corazón de Jesús
envolvieron al enfermo y las fuerzas de las tinieblas huyeron en pánico. El
enfermo expiró sereno. Cuando volví en mi, comprendí la importancia que tiene
esta coronilla rezada junto a los agonizantes, ella aplaca la ira de
Dios."
Del Diario de Santa Faustina, 475 y 476
ORIGEN DE LA CORONILLA
Esta oración es un don especial de Dios para nuestros tiempos. Fue Jesús mismo
quien se la dictó a Sor Faustina en Vilna, entre los días 13 y 14 de septiembre
de 1935. El viernes 13 de septiembre, Sor Faustina se encontraba en su celda
cuando tuvo la visión de un ángel que venía a la tierra para castigar al mundo
por sus pecados. Cuando ella vio este signo de la ira divina, empezó a pedirle
al ángel que se abstuviera por algún tiempo de llevar a cabo sus propósitos,
asegurándole que el mundo haría penitencia. Sin embargo, cuando ella se halló
ante la majestad de la Santísima Trinidad, no se atrevió ya a repetir esta
súplica. No fue hasta que sintió el poder de la gracia de Jesús en su alma, que
comenzó a rezar con las palabras de una oración que iba oyendo interiormente.
Así lo dejó escrito en su Diario: Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel
que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecado.
Al día siguiente, al llegar a la capilla, el Señor Jesús nuevamente le enseñó a
recitar esta oración, que hoy llamamos la Coronilla de la Divina Misericordia:
Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un
rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y
el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre
nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la
Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas
del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten
misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces
estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros
y del mundo entero.
Del Diario de Santa Faustina, 1271
Al darme cuenta de lo peligroso que es estar en la puerta en la actualidad y eso a causa de los disturbios revolucionarios y del odio que la gente mala tiene hacia los conventos, he ido a hablar con el Señor y le he pedido disponer que ninguna persona mala se atreva acercase a la puerta. Oí estas palabras: "Hija Mía, en el momento en que has ido a la puerta he puesto un Querubín encima de la puerta para que la vigile; permanece tranquila. Cuando volví tras la conversación que tuve con el Señor, vi una nubecita blanca y en ella a un Querubín con las manos juntas [como para orar], con la mirada como un relámpago; comprendí que el fuego del amor de Dios ardía en aquella mirada…