Diario de Santa Faustina, 196;1
Cierta persona se propuso como tarea ejercitarme de distintos modos en la virtud. Un día me detuvo en el pasillo y empezó por decirme que no tenía por qué llamarme la atención, no obstante me mandó estar de pie durante media hora enfrente de la pequeña capilla y esperar a la Madre Superiora, y cuando aquella regresara después del recreo, inculparme de diversas cosas, que ella me dijo para que me acusara de ellas. (…)
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