Diario de Santa Faustina, 167; 4
(…) Me puse a pensar en cómo sucedería eso. Pero en un solo instante dejé de pensarlo, dedicando ese momento a la oración, pidiendo al Espíritu Santo que me diera la luz para conocer toda la miseria que soy. Y después de un instante salí de la capilla a mis deberes. (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario