Diario de Santa Faustina, 167; 5
(…) Poco después la Madre General me llama y me dice: "Hermana, hoy mismo usted irá a Walendów con la Madre Valeria, para que ya desde mañana pueda empezar los ejercicios espirituales. Afortunadamente está aquí la Madre Valeria, entonces irán juntas". No habían pasado dos horas y ya estaba en Walendów. Me ensimismé un momento y entendí que solamente Jesús pudo solucionar las cosas de esta manera.
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