Diario de Santa Faustina, 171
Lucha por mantener el silencio: como sucede normalmente, a los ejercicios espirituales vienen hermanas de varias casas. Una de las hermanas que yo no había visto desde hacía mucho tiempo, vino a mi celda y dijo que tenía algo que decirme. No le contesté nada y ella se dio cuenta de que yo no quería romper el silencio. Me contestó: "No sabía, hermana, que usted fuera tan rara", y se fue. Entendí que esa persona no tenía otro interés hacía mí que el de satisfacer su curioso amor propio. Oh Dios, mantenme en la fidelidad.
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