Del Diario de Santa Faustina, 948
Hoy, durante la
Pasión, he visto a Jesús martirizado, coronado de espinas y con un pedazo de
caña en la mano. Jesús callaba, mientras los soldadotes rivalizaban
torturándolo. Jesús no decía nada, solamente me miró; en aquella mirada sentí
su tortura tan tremenda que nosotros no tenemos ni siquiera una idea de lo que
Jesús sufrió por nosotros antes de la crucifixión. Mi alma está llena de dolor
y de nostalgia: sentí en el alma un gran odio por el pecado, y la más pequeña
infidelidad mía me parece una montaña alta y la reparo con la mortificación y
las penitencias. Cuando veo a Jesús martirizado, el corazón se me hace pedazos;
pienso en lo que será de los pecadores si no aprovechan la Pasión de Jesús. En
su Pasión veo todo el mar de la misericordia.
Jesús en Ti confío
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