Del Diario de Santa Faustina, 946
Hoy la presencia de
Dios me penetra totalmente como un rayo de sol. El anhelo de mi alma por Dios
es tan grande que en cada momento me produce un desmayo. Siento que el Amor
eterno toca mi corazón, mi pequeñez no logra soportarlo, (292) sino que me
produce un desmayo; no obstante la fuerza interior es muy grande. El alma desea
igualar el Amor que la ama. En tales momentos el alma tiene un conocimiento muy
profundo de Dios y cuanto más lo conoce, tanto más ardiente, más puro es su
amor hacia Él. Oh, inconcebibles son los misterios del alma con Dios.
Jesús en Ti confío
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