Diario de Santa Faustina, 145; 11
(…) Durante el tiempo de la paz el alma hace esfuerzos igual que en el tiempo de la lucha. Tiene que ejercitarse mucho, porque de lo contrario ni hablar de la victoria. El tiempo de la paz lo considero como el tiempo de preparación para la victoria. Tiene que vigilar continuamente, vigilancia y, una vez más, vigilancia. (…)