Diario de Santa Faustina, 145; 10
(…) Hay ataques, cuando el alma no tiene tiempo de reflexionar, ni de pedir consejo, ni de nada; entonces se debe luchar por la vida o la muerte; a veces es bueno recurrir a la herida del Corazón de Jesús, sin contestar una sola palabra y por ese acto mismo el enemigo está derrotado. (…)
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