Diario de Santa Faustina, 870
Hoy, durante la Santa Misa me he sumergido inconscientemente en la Majestad infinita de Dios. Toda la inmensidad del amor de Dios inundaba mi alma; en aquel momento he conocido cuánto Dios se ha humillado por mí, este Señor de los señores. ¿Y qué soy yo, miserable, que Te relaciones así conmigo? El asombro me ha invadido después de aquella gracia particular. Aprovechando la confianza en la que Dios me admite, le he rogado por el mundo entero. En tales momentos me parece que el mundo entero depende de mí.