Del Diario de Santa Faustina, 494
En el segundo día de los ejercicios espirituales. Antes de ir al locutorio del Padre Andrasz, sentí el miedo debido a que, después de todo, el secreto existe solamente en el confesionario; fue un temor infundado. La madre Superiora me tranquilizó con una sola palabra. Pero cuando entré en la capilla, oí en el alma estas palabras: Deseo que para con Mí suplente seas tan sincera y simple como una niña, así como eres Conmigo; de lo contrario te abandonaré y no Me relacionaré contigo. De veras, Dios me concedió esta gran gracia de la confianza absoluta y, terminada la conversación, Dios me concedió la gracia de una profunda serenidad y de luz respecto a estas cosas.
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