Del Diario de Santa Faustina, 331
"Como
de costumbre, una noche pedí al Señor Jesús que me diera los puntos para la
meditación del día siguiente. Recibí la respuesta: Medita sobre el profeta
Jonás y sobre su misión. Agradecí al Señor, pero dentro de mí empecé a pensar:
Que meditación tan diferente de otras. Sin embargo, con toda la fuerza del alma
trataba de meditar y en aquel profeta me descubrí a mi, en el sentido de que yo
también con frecuencia me excusaba delante de Dios [diciendo] que otra persona
podría cumplir mejor su santa voluntad, sin entender que Dios lo puede todo,
que tanto más destaca todo su poder, cuanto más mísero es el instrumento que
utiliza. Dios me lo explicó.
Por la tarde hubo confesión de la Comunidad. Cuando presenté al director
espiritual el temor que me envuelve a razón de esta misión a la que Dios me
utiliza como un instrumento inhábil, el Padre espiritual me contestó que
queramos o no queramos, debemos cumplir la voluntad de Dios y me dio el ejemplo
del profeta Jonás. Terminada la confesión, contemplaba como el confesor sabia
que Dios me había mandado meditar sobre Jonás, ya que yo no le había hablado de
eso.
Entonces oí estas palabras: El sacerdote, cuando Me sustituye, no es él quien
obra, sino Yo a través de él, sus deseos son Míos.
Veo como Jesús defiende a sus sustitutos. Él Mismo interviene en su actuar."
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