25 de marzo de 2024

 Del Diario de Santa Faustina, 302

 

Oh Amor Eterno, deseo que Te conozcan todas las almas que has creado. Desearía hacerme sacerdote, para hablar incesantemente de Tu misericordia a las almas pecadoras, hundidas en la desesperación. Desearía ser misionero para llevar la luz de la fe a los países salvajes para darte a conocer a las almas y morir en el martirio, sacrificada por ellas como Tú has muerto por mí y por ellas. Oh Jesús, sé perfectamente que puedo ser sacerdote, misionero y predicador, puedo morir en el martirio anonadándome totalmente y negándome a mí misma por el amor hacia Tí, Jesús, y hacia las almas inmortales. Un gran amor sabe transformar las cosas pequeñas en cosas grandes y solamente el amor da valor a nuestras acciones; y cuanto más puro se hace nuestro amor, tanto menos tendrá por destruir en nosotros el fuego del sufrimiento, y el sufrimiento dejará de serlo para nosotros. Se convertirá en un gozo. Con la gracia de Dios he recibido ahora esta disposición del corazón, de que nunca estoy tan feliz como cuando sufro por Jesús, al que amo con cada latido de mi corazón.

 


 

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