Del Diario de Santa Faustina, 748
2 de noviembre 1936
Por la tarde, después de las vísperas fui al cementerio. Después de rezar un momento, vi a una de nuestras hermanas que me dijo: "Estamos en la capilla." Comprendí que debía ir a la capilla y rezar allí para adquirir indulgencias. Al día siguiente, durante la Santa Misa vi tres palomas blancas que se alzaron del altar hacia el cielo. Comprendí que no solamente estas tres almas queridas que había visto fueron al cielo, sino también muchas otras que habían muerto fuera de nuestro instituto. Oh, qué bueno y misericordiosos es el Señor.
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