Del Diario de Santa Faustina, 1097
Desde aquellos días vivo bajo el manto virginal de la
Santísima Virgen, ella me cuida y me instruye; estoy tranquila junto a su
Inmaculado Corazón, ya que soy débil e inexperta, por eso, como una niña me
abrazo a su Corazón. A pesar de afirmarme Dios en esta virtud, vigilo.
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