Del Diario de Santa Faustina Kowalska, 1575
Sé bendito, Amor eterno, mi dulce Jesús, que Te has dignado morar en mi corazón. Te saludo, oh divinidad gloriosa que Te has dignado humillarte por mi y anonadarte por amor hacia mi, hasta reducirte a una tenue apariencia de pan. Te saludo, Jesús, inmarcesible flor de humanidad, Tú eres el único para mi alma. Tu amor es más puro que un lirio y Tú presencia me agrada más que el perfume del jacinto. Tu amistad es más tierna y más sutil que el aroma de la rosa, sin embargo más fuerte que la muerte.
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