Diario de Santa Faustina, 136;2
(…) Y el Señor me dio a conocer que todo el misterio dependía de mí, de mi consentimiento voluntario a ese sacrificio con toda la conciencia de mi mente. En este acto voluntario y consciente está todo el poder y valor delante de su Majestad. Aunque no me sucediera nada de aquello a lo que me había ofrecido, delante del Señor es como si ya todo hubiera sucedido. (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario