Diario de Santa Faustina, 142; 3
(…) Durante unos días mi alma estaba en casi continuo éxtasis. La presencia de Dios no me abandonaba ni por un momento. Y mi alma permanecía en una continua unión amorosa con el Señor. Sin embargo eso no me impedía cumplir mis deberes. (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario