Diario de Santa Faustina, 138; 2
(…) El sufrimiento brotó como de debajo de la tierra, la misma Madre Margarita se extrañó. A las otras se les perdonan muchas cosas, porque de verdad, no vale la pena hacerles caso, pero a mí no se me perdona nada, cada palabra es analizada, cada paso controlado. (…)
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