Diario de Santa Faustina, 129; 2
(…) Satanás siempre aprovecha tales momentos, comenzaron a venirme los pensamientos de desánimo: "He aquí tu premio por la fidelidad y la sinceridad". ¿Cómo ser sincera, si se es tan incomprendida? Oh Jesús, Jesús, ya no aguanto más. (…)
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