Diario de Santa Faustina, 130; 3
(…) Aquellos distintos sufrimientos ya llegaron al colmo y me decidí acabar con estas dudas antes de los votos perpetuos. Durante todo el tiempo de la probación rogué por la luz para el sacerdote, a quien debía revelar mi alma hasta lo más profundo. Y rogué a Dios que Él Mismo me ayudara en esto y me diera la gracia de contar las cosas más secretas que había entre mí y el Señor. (…)
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