Diario de Santa Faustina 115; 3
(…) Dios, como puro Espíritu, introduce al alma en la vida puramente espiritual. Dios Mismo primero preparó y purificó a esta alma, es decir, la hizo capaz para una estrecha convivencia con Él. De modo espiritual ella está en la comunión con el Señor en un descanso de amor. Habla con el Señor sin uso de los sentidos. Dios llena al alma con su luz. Su mente, iluminada, ve claramente y distingue los grados en esta vida espiritual. Ve cómo se unía a Dios de un modo imperfecto, cuando participaban los sentidos y la espiritualidad estaba unida a los sentidos. aunque de una manera ya superior y especial, no obstante imperfecta.
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