Diario de Santa Faustina, 114
Oh, ¡qué gratos son los himnos que fluyen de un alma víctima! Todo el cielo queda admirado por tal alma, especialmente si es probada por Dios. Ella dirige hacia Él sus nostálgicos lamentos. Su belleza es grande, porque fluye de Dios. Camina por la selva de la vida herida por el amor divino. Toca la tierra con un solo pie.
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