Diario de Santa Faustina, 112; 9
(…) De ciertas almas Dios exige una gran pureza, pues les envía un conocimiento más profundo de la miseria. Iluminadas con la luz de lo alto, conocen mejor lo que agrada a Dios y lo que no le agrada. El pecado es según el conocimiento y la luz del alma, lo mismo las imperfecciones, aunque ella sabe que lo que se refiere estrictamente al sacramento es el pecado. (…)
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