26 de octubre de 2021

Diario de Santa Faustiana, 101; 3

 

 (…) Cuando el alma ha sido compenetrada totalmente por este fuego infernal, cae en la desesperación. Cuando mi alma comenzó a hundirse en la desesperación, sentí que estaba llegando mi agonía, entonces cogí un pequeño crucifijo y lo estreché fuertemente en la mano; sentí que mi cuerpo iba a separarse del alma. Pronuncié las últimas palabras, confío en Tu misericordia, y me pareció que había impulsado a Dios a una ira aún mayor, y me hundí en la desesperación, y solamente de vez en cuando de mi alma irrumpía un gemido doloroso, un gemido sin consuelo. (…)

 


 

 

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