Diario de Santa Faustina, 231; 3
(…) Desde la primera vez que conocí al Señor, la mirada de mi alma se ha hundido en Él por la eternidad. Cada vez que el Señor se acerca a mí, y se produce en mí un conocimiento más profundo, crece en mi alma un amor más perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario