Diario de Santa Faustina, 220; 2
(…) Oh María, Madre mía, Te ruego humildemente, cubre mi alma con tu manto virginal en este momento tan importante de mi vida, para que así, me haga más agradable a Tu Hijo y pueda glorificar dignamente la misericordia de Tu Hijo delante del mundo entero y durante toda la eternidad.
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