Diario de Santa Faustina, 202; 1
Hoy ha venido a visitarme una hermana mía de sangre. Cuando me ha contado sus intenciones he temblado de miedo, ¿es posible esto? Esta querida alma bella frente a Dios, no obstante unas grandes tinieblas habían bajado sobre ella y no sabía defenderse. Todo lo veía en negro. El buen Dios me la ha confiado, durante dos semanas pude trabajar sobre ella. (…)
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