Diario de Santa Faustina, 201;2
(…) Oh Jesús, cuando estoy en el último lugar y el más bajo de las postulantes, incluso las más jóvenes, entonces me siento en el lugar apropiado para mí. No sabía que en aquellos rinconcitos oscuros el Señor había colocado tanta felicidad. Ahora entiendo que incluso en la cárcel, de un corazón puro puede prorrumpir una abundancia de amor por Ti, Señor. (…)
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