Diario de Santa Faustina, 190; 5
(...) Pero Jesús me dio a conocer que era yo quien debía aceptar voluntariamente y con pleno conocimiento, porque si no, no tendría ningún significado. Todo su valor consistía en mi acto voluntario frente a Él, pero al mismo tiempo el Señor me dio a conocer que eso estaba en mi poder. Lo podía hacer, pero podía también no hacerlo. (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario